viernes, 3 de febrero de 2012

Lo que sufre mi muñeca..


Algunos se han preguntado como es posible que un informático respetado, amante de la paz y el orden (Si, mis cojones tambien...) se haya abierto la muñeca. El escalofriánte relato que les mostraré a continuación hará que vuestros miedos sean reales, vuestros esfínteres se relajen y la ausencia de luz sea más vívida...


00:15 de la pasada noche.


Recibo una llamada de un amigo nocturno. Mi plácida y caliente casa me decía adios ante la promesa de ese amigo de una noche totalmente de caballeros (Yo viendo películas, mi amigo jugando al Demon´s Souls, y mi otro amigo chapurreando inglés con una brasileña que conoció en ChatRoulette.) Lo que viene a ser una auténtica noche de caballeros.


Preparo mi viaje, me parapeto de todas las cosas necesarias y de víveres necesarios para aguantar dicha noche, con la esperanza de que sea divertida.


00:24


Mi viaje comienza. Salgo de mi propiedad, y el gélido viento invernal sacude fuertemente mi cabello suelto. 
"La noche apremia, señor" sigo para mis adentros. Una mueca de sonrisa se dibuja en mis labios helados. Camino firme, con paso decidido sorteando remolinos de hojas muertas, y el aliento de bulgares trolls provenientes del norte, fríos como témpanos.


00:35


A mi llegada, alerto de mi estar. Uso uno de esos dispositivos modernos de comunicación, pequeños y táctiles, ya que no es cuestión de despertar el vecindario de mi ser. El dueño de la residencia me abre el gran portón, y me invita a pasar. Echo un último vistazo a la calle, con una media de -6º bajo cero (evidentemente)


Bajo unas escaleras hasta lo que parece ser una mazmorra, o un sótano. Allí, ordenados caóticamente como caídos del cielo se hayan nuestros entretenimientos. Busco un sitio donde parapetarme, y me dispongo a sacar mis objetos de la mochila. Me ofrecen fumar, cosa que agradezco fervientemente. El humo denso, dulzón y afrutado calienta mi cuerpo internamente.


00:47


Mi nocturno amigo me alerta de un objeto de entrenamiento corporal. Una bolsa de cuero colgada del techo, y rellena de arena. Totalmente envalentonado, me levanto de mi localidad y me dispongo a golpearla, fuertemente, para demostrar mi habilidad, y fortaleza inertes en un hombre de mi edad, sano y corpulento.


Tras lo que no llegó a ser un minuto, exáusto, me vuelvo a mi sitio, y reposo el resto de la noche. 


7:23


"Hora de volver" les digo a mis compañeros. Vuelvo a recoger todas las cosas que traje en mi viaje, y me armo de valor nuevamente para salir al invierno cruel y desangelado de una mañana de viernes. Carruajes motorizados y un trabajador de la higiene pública es lo único que me cruzo. Eso, y nuevamente el viento que juega conmigo y mueve una vez más las funestas hojas marchitas.


7:44


Mi alcoba me espera, fría, honóspita y oscura. Desnudo mi cuerpo y reposo el rato suficiente para percatarme, horas más tarde, que me duele una de mis muñecas. Ya imaginaréis, esa unión entre brazo y mano. Hinchada y roja dicha unión por su aspecto parece no ser mía, pero al movimiento el dolor me dice que si, que verdaderamente es mía.






Fin...


Traducción.


Me fuí al sotano de un colega y me desgracié la muñeca con un saco de boxeo. Fin.


¿Imbécil? 


Si, bastante... ¬¬

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