jueves, 12 de mayo de 2011

Rengram, El Lobo Gris

Hijo de un leñador, el pequeño Rengram siempre se ha decidido a la tala de arboles. Total, era algo habitual, le venía de familia. Todo era perfecto. Su madre aun vivía, y su padre aun lo quería, su hermana aun estaba sana, y el pequeño Reny, como solía llamar su madre, apenas alcanzaba a los 12 años. Pero como en el azar, el destino es incierto. Ni siquiera se dio cuenta del tiempo que pasó, pero su madre enfermó hasta morir, y su padre, bondadoso y amable en el pasado, comenzó a beber, y a no ser tan inofensivo. Las palizas eran constantes, casi inhumanas. Hasta que llegó el momento, y no lo soportó. 

Dejó de ser Reny para ser Rengram el parricida. Lo abandonó en el bosque, el Dios de la naturaleza se ocuparía de él. Tambien pasó de ser el joven Reny a ser el hombre de la casa. Talaba árboles todos los dias, para cambiar por medicinas para su hermana. Tras el último suspiro de ella, ya no le mquedaba nada por lo que luchar. Cogió todo lo que creyó necesitar, y dejó la herrumbrosa casa donde vivía para adentrarse en el bosque. Tras unos dias empezó a faltarle el alimento. Nadie le había enseñado a cazar, y las fuerzas iban cada vez a menos. Se derrumbó, gritó y gritó hasta que no le quedaban fuerzas, maldijo al bosque y al maldito padre, por no haber podido mantener la cabeza fria. Y entonces, cayó. No quedaban mas fuerzas en su tarro vital. 

Despertó, asustado en una lúgubre cueva. Alguien había escuchado sus suplicas. Era un hombre robusto, ENORME, con una cicatriz que le perjudicaba en el ojo, y este lo miraba con gesto desaprobatorio, pero no agresivo. Su nombre era Grinstahs, una una persona vivaz, amable y de conocimientos asosmbrosos. Le gustaba la naturaleza, decía. Había vivido toda la vida en el bosque, pero era algo que ya se le notaba. Le enseñó a pescar, a cazar y a diferenciar plantas comestibles y venenosas. Todo era magico, genial. Hasta que, en la noche en la que Rengram cumpió 16 años, Grinstash desperó al maduro muchacho y le enseñó una espada. Le dijo que era especial, que perteneció a un general ya muy anciano, que le permitió ahondar en la profundidad del ser humano. 

Tiempo pasó, y el joven ya no era tan joven. La barba abundaba sobre el pecho, y el pelo retorcido en la espalda parecía mas una raiz que pelo. El maestro empezó a no tener nada que enseñarle. En un momento dado, el maestro se despidió, y marchó, dejandolo otra vez solo. Rengram se sintió triste, pero sabía que no era para siempre. 
Pasaron los años, y Rengram se asentó en una pequeña casucha en un bosque que llegó a aprenderse a lo largo de los dias. Sabía el movimiento de las aves migratorias, conocía todas y cada una de las especies, asi como protegerse de las peligrosas. Un día cualquiera, saltó una de las alarmas que estratégicamente (aunque no muy logradas) tenia colocadas en el perimetro, asi que cogió su cayado, y fue a ver el atacante. Apareció un hombre robusto, envuelto en sangre. Alguien que él conocía muy bien. Pidió ayuda, y Rengram pensó "¿Que mas necesita? Es mi maestro, le debo todo...." Asi que, le preparó la cama, y el maestro se tumbó. Trató de aguantar toda la noche, pero no pudo hacerlo. El anciano maestro murió. A la mañana siguiente, Rengram enterró a su antiguo maestro, en la parte trasera del huerto. Cogió su espada, pesada, tanto que ni se lo esperaba. Un halo de tristeza lo recorrió. Era la espada de su maestro, la de su amigo. 

Esa misma noche, Rengram tuvo un sueño, en el que revivía a su maestro. No lo vio posible, incluso en el sueño, pero aun asi, tenia que intentarlo. Hizo los preparativos. Tras toda la mañana, tenia todo el conjuro preparado. Se pasó horas rezando, hablando con Obad-aid, pidiendole ayuda. 
No lo consiguió, aunque la tumba estaba removida, no abierta, pero si con la tierra blanda. Fatigado, se fue a la cama. No pudo dormir, un can estaba aullando cerca de la cabaña. Salio, a ver si es que estaba herido o buscaba refugio. Reconoció prefectamente ese ojo dañado, esa fraternal mirada. Había cambiado de forma, ahora su maestro no era tan ENORME, pero si mas peludo. Compartieron el desayuno, y desde ese momento, pasó a ser uña y carne, hasta el final de sus vidas. 

El ya castigado Rengram y su fiel e inseparable compañero partieron hacia una ciudad cercana, y empezó a trabajar en la milicia, donde poco a poco fue ascendiendo de rango hasta hacerse magnatario de ella. 

Y asi es como las grandes cronicas de Rengram se cuentan desde hace muchos años, tanto que nisiquiera se sabe si el caballero sigue viviendo o no...

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